jueves, 2 de agosto de 2012

MUUUUUUY BUENO!

¡¡¡VAMOS URUGUAY!!!
La ganadería se introdujo hace unos 400 años. Eran otras razas, sistemas de producción y aprovechamiento de los productos. Cada cambio tecnológico en estos cuatro siglos trajo una nueva forma de organizar las empresas y un reposicionamiento de la ganadería en la economía. Del saladero a los cortes envasados al vacío hay un largo camino. De las razas criollas a la secuenciación del ADN también.

Llegado el siglo XXI es momento de reintroducir la ganadería en la vida económica nacional con una mirada libre de preconceptos. Revisemos los fundamentos de esta reintroducción, comenzando por la economía  como hizo Hernandarias. Uruguay creció en estos 10 años al doble de su tasa histórica. Pasó del 2,5% que nos condenaba a ser un país de renta baja al 5% que nos coloca en el segmento de la renta media. Esto da la primera pista: el mercado interno es y será importante, justamente porque consumidores con mayor renta quieren productos más sofisticados. Como la carne bovina y ovina, que aún tienen mucho para ofrecer al consumidor moderno y con buen poder adquisitivo. ¿Más kilos? No, más valor, nuevas experiencias. En los mercados mundiales nos encontramos con un padrón lógico. El crecimiento de la renta en los países en desarrollo los lleva a demandar más carnes. Fundamentalmente la más baratas (pollo), pero también las otras (cerdo, vacuno, ovino)  en ciertos segmentos con hábitos más occidentales. Se precisa más trabajo de marketing.

En el 2010 reintrodujimos en nuestras vidas el gusto por el  fútbol del seleccionado nacional luego de un paciente trabajo de cuatro años. Tenemos la chance  ahora de reintroducir una nueva ganadería nacional, con todos sus valores económicos y culturales. Como en el fútbol, Argentina, Brasil y Paraguay son rivales naturales y nos dan por ahora  ventajas. El primero disminuyó su stock de 58 a 48 millones (un Uruguay ganadero) y exportará este año quizás la mitad que nuestro país. El segundo tiene enormes dificultades para implantar una política de trazabilidad viable que satisfaga a sus clientes, nuestra principal fortaleza. El tercero está como Uruguay en el 2001: problemas con la aftosa y deterioro de su imagen comercial internacional. Para reintroducir la ganadería hay que trabajar con profesionalismo y pasión. En  cuatro años deberemos competir, de locatarios, en nuestro propio mundial.

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